Jorge Israel Montes Méndez
Vasos Comunicantes
17 de noviembre de 2015
Voluntad o Destino
¿Podemos
presumir de libertad en nuestras vidas, o soportamos el yugo de una fuerza
superior?
Constantemente
nos vemos influenciados por la idea de que una fuerza superior a la nuestra,
regula todo. Que no importa qué hagamos, terminaremos obedeciendo lo que ya
había sido planeado ella El destino puede ser siempre utilizado para justificar
todo tipo de sucesos: la pérdida de una oportunidad, el fracaso de un plan, el
éxito en una actividad, reencontrar a una persona o conocer a alguien que
cobrará mucho valor para nosotros. Si seguimos premisas como esta, podemos
argumentar que basta con existir, no es necesario preocuparse por nada, para
que todo lo que vivamos siga lo trazado. Para que se cumpla cabalmente lo que fue predispuesto para
nosotros, sin pretender, o aparentar, resistirse a seguir esa vía.
No hay que negar que en muchas situaciones la fantasía de creer en
una fuerza así y en la causalidad de las vivencias, embelesa. Extrae de la
razón al ser y lo conduce a imaginar que esta potencia decidió favorecerlo o
perjudicarlo en determinado momento.
Resu lta muy interesante como muchos creyentes de la existencia del
devenir, resultan incapaces de definir qué
caracteriza o porqué ponen su fe en un hado indescriptible. Además,
quienes creen en el destino suelen contradecirse a menudo, nadie dar deja
llevar por el río sin, a la vez, actuar para llevar su vida controlada por un
timón. La argumentación que prepondera
al destino es débil, porque se dice que la culminación de algo de interés
personal exime a quien lo desea de ponerse en marcha con el ímpetu de su
voluntad, para dar pie, en realidad, a dejar en manos del azar la resolución de
la cuestión.
Llamamos destino
a todo cuanto
limita
nuestro poder.
Ralph W. Emerson
Para mí, hablar del destino, es utilizar un sinónimo de la idea de dios. Me atrevo a decir que hasta en un eufemismo; porque la carga de valores que le da una persona al destino, es mucho menos severa que la conferida a dios. Cualquier palabra que se elija para expresar que la responsabilidad de cierta acción recae sobre algo exterior, sirve para excusar y dar explicación a una carencia de voluntad.
Me postulo como firme creyente de que la voluntad pura y desatada,
es la única fuerza que debe poseer un hombre para alcanzar aquello que desea.
Puede ser muy difícil llevar una vida completamente apegada a la
voluntad, por lo que eso no es tarea
para débiles, pero la retribución de haber tenido la fortaleza de seguir un
trazado solamente marcado por esta potencia —que cabe decir, no habita en
todos— es infinitamente grata.
Cuando alguien que de verdad necesita
algo
lo encuentra, no es la casualidad quien se lo procura,
sino él mismo. Su propio deseo y su propia necesidad
le conducen a ello.
Hermann Hesse
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