jueves, 19 de noviembre de 2015

Voluntad o destino

Jorge Israel Montes Méndez
Vasos Comunicantes
17 de noviembre de 2015


Voluntad o Destino




¿Podemos presumir de libertad en nuestras vidas, o soportamos el yugo de una fuerza superior?

Constantemente nos vemos influenciados por la idea de que una fuerza superior a la nuestra, regula todo. Que no importa qué hagamos, terminaremos obedeciendo lo que ya había sido planeado ella El destino puede ser siempre utilizado para justificar todo tipo de sucesos: la pérdida de una oportunidad, el fracaso de un plan, el éxito en una actividad, reencontrar a una persona o conocer a alguien que cobrará mucho valor para nosotros. Si seguimos premisas como esta, podemos argumentar que basta con existir, no es necesario preocuparse por nada, para que todo lo que vivamos siga lo trazado. Para que se cumpla cabalmente lo que fue predispuesto para nosotros, sin pretender, o aparentar, resistirse a seguir esa vía.
No hay que negar que en muchas situaciones la fantasía de creer en una fuerza así y en la causalidad de las vivencias, embelesa. Extrae de la razón al ser y lo conduce a imaginar que esta potencia decidió favorecerlo o perjudicarlo en determinado momento.
Resulta muy interesante como muchos creyentes de la existencia del devenir, resultan incapaces de definir qué  caracteriza o porqué ponen su fe en un hado indescriptible. Además, quienes creen en el destino suelen contradecirse a menudo, nadie dar deja llevar por el río sin, a la vez, actuar para llevar su vida controlada por un timón.  La argumentación que prepondera al destino es débil, porque se dice que la culminación de algo de interés personal exime a quien lo desea de ponerse en marcha con el ímpetu de su voluntad, para dar pie, en realidad, a dejar en manos del azar la resolución de la cuestión.
Llamamos destino 
a todo cuanto
 limita nuestro poder.
                                                                                                                              Ralph W. Emerson 

Para mí, hablar del destino, es utilizar un sinónimo de la idea de dios. Me atrevo a decir que hasta en un eufemismo; porque la carga de valores que le da una persona al destino, es mucho menos severa que la conferida a dios. Cualquier palabra que se elija para expresar que la responsabilidad de cierta acción recae sobre algo exterior, sirve para excusar y dar explicación a una carencia de voluntad.
Me postulo como firme creyente de que la voluntad pura y desatada, es la única fuerza que debe poseer un hombre para alcanzar aquello que desea.
Puede ser muy difícil llevar una vida completamente apegada a la voluntad,  por lo que eso no es tarea para débiles, pero la retribución de haber tenido la fortaleza de seguir un trazado solamente marcado por esta potencia —que cabe decir, no habita en todos— es infinitamente grata.

Cuando alguien que de verdad necesita algo
 lo encuentra, no es la casualidad quien se lo procura,
 sino él mismo. Su propio deseo y su propia necesidad
 le conducen a ello.
Hermann Hesse

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