Claudia Martínez Aguilar
LAS
FLAPPERS DE HOLLYWOOD
El atractivo dibujo animado es, aunque pocos saben,
la fiel representación de la mujer “liberada” de los años 20. Es la primera caricatura llevada
a la pantalla, en proyectar lo que era concebido socialmente como flapper. Sin
embargo, el sensual diseño no era inicialmente el de una fémina coqueta y
hermosa pues sus creadores, bosquejaron a un cachorrito francés con
características humanas, que resultaba grotesco. La idea fue perfeccionándose
hasta culminar con el famoso rostro y cuerpo que identifica a Betty Boop.
Debutó en la pantalla el 8 de agosto de 1926 en Fleischer's
Talkartoon, y fue obra de Grim Natwick.
Para 1931 ya tenía voz, gracias a Mae Questel, y un año después era uno de los personajes más importantes de los
programas animados en los que aparecía. En 1932, su nombre era “Betty Boop” y era llamativa
por su abierta sexualidad que salía a la luz en los episodios; el nombre
de la serie fue el mismo que el de su personaje principal, agregándole “Cartoons”
al final.
De generoso busto y con un revelador escote que
desviaba la atención de sus ojos; un vestido corto, una liga y un par de aretes
fueron la indumentaria de esta jovencita que, aunque era una mujer sensual,
mantenía la inocencia propia de su edad, que supuestamente oscilaba entre los
16 años.
El polémico dibujo nació en la época del jazz,
misma en la que por La ley seca, los
bares cerraron y los clubes de baile eran el escenario de mujeres que se
rebelaban ante la autoridad. Con mucho maquillaje, actitudes poco
convencionales que eran respaldadas por sus imponentes looks, en los que destacaba
el cabello y el vestido -ambos cortos-, las flappers, entonces, se convirtieron
en un reflejo del cambio social en las mujeres, mismas que reivindicaron su
posibilidad de control y de movimiento.
Al personaje en cuestión, parece sólo
importarte cantar y bailar, y su actitud liberada es casi un imán; se presume
que podría ser el primer símbolo sexual animado y la última flapper de los
felices veinte. Sin embargo, a pesar de su “ingenua” actitud, en algunos capítulos se expresa a favor de los
derechos femeninos. La serie que protagonizó, tuvo la participación de otros
dibujos animados pertenecientes al mismo proyecto de la Paramount.
El crack de 1929 trajo como consecuencia un cambio en la mentalidad de forma brutal y el estilo de vida despreocupado y alegre se abandonó; la seriedad, la formalidad y el recato volvieron, y Betty tuvo que adaptarse a su nuevo público. A partir de la situación mencionada, la personalidad y el vestuario de esta especial animación tuvieron varios cambios: su rol se transformó en el de ama de casa, que vestía más discretamente (su liguero desapareció por unos años).
El argumento para la modificación se
basaba en el Código Hays, que regía moralmente a las casas productoras asegurando
y criticando que su seductor cuerpo atraía a hombres y a animales, algo que era
inaceptable en aquel tiempo. Para calmar los ánimos, la flamante Boop se
contuvo, eliminando también su escote; por otro lado, las miradas de varones -presentes
siempre en su serie-fueron borradas para incluir al cachorro Pudgy. A pesar de
la complejidad de sus primeros años de vida, esta pequeña flapper marcó
definitivamente la historia del cómic, con su exuberante figura humana.
El exótico recuerdo de esta
caricatura, quedó plasmado en las cintas, su aparición y perfeccionamiento se
debe a la imagen de Helen Kane, inspiración del creador. Esta última, actriz y
cantante, dio indirectamente el apellido de la Boop, pues en su canción That’s My Weakness Now, incluyó una
figurilla con la frase Boop-doop-a-doop. Pese a la difícil prevalencia de la animación,
su herencia y su éxito son innegables y es una fuente clave para entender la
estructura, el funcionamiento y la cosmovisión de la sociedad que la vio nacer.
Fuentes:
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