A veces me quedo callado
Mamá y papá siempre decían que hablar, no debería de ser tan fácil.
Cuando me salí de casa, me lo repitieron, pero yo estaba feliz porque ahora
viviría solo.
El trece de diciembre me dijeron ¡no! No en todos los lugares en
donde pedí trabajo. Es verdad que fui a algunos lugares donde el trabajo no
tenía exactamente relación con lo que yo había estudiado, pero qué tan difícil
podía ser hacer algo que no había hecho. Al día siguiente amanecí muy cansado,
así que me quedé a descansar.
Quince de diciembre, salí a pasear con mis vecinos. Muy amables,
pero me recordaron a mis padres cuando empezaron con sus consejos en cuanto les
conté mi situación.
Después de eso, duré una semana buscando trabajo día con día y
nada; querían pagarme una miseria. Luego, la llamada de mis padres. Dijeron que
no iban a poder ayudarme económicamente por un tiempo. No lo podía creer, por
qué no…soy hijo único. Pensé que estaban enojados porque desde que dejé la
casa, no los había llamado ni una vez.
Busqué trabajo de nuevo durante tres días consecutivos. Con el
dinero que me quedaba y mi situación, tuve que aceptar un empleo donde no me
agradó lo que me pagarían.
Yo, un arquitecto profesional, esperaba otra cosa. Tuve que hacer
de todo, hasta mezcla, me trajeron de mandadero.
En navidad estuve solo. Mis vecinos me invitaron a su casa, pero
preferí llamar a mis amigos. Los contacté y me dijeron que ya tenían planes,
irían a un baile de empleados, no quise ir, tenía muchas ampollas en las manos
y el dolor de la espalda era muy incómodo, además; no me invitaron. Así que me
bañé, y a ver películas.
Después de un mes conseguí un mejor empleo, al menos ahí no cargaba
cosas tan pesadas. Iba bien, hasta que empezaron a pagarme lo que querían, y
cuando ellos querían. Tres semanas aguanté ahí porque hasta entonces, encontré
trabajo en una preparatoria cercana a mi casa. Nada que ver con el desgaste
físico de los empleos anteriores. Pero pasados unos meses, llegó un conocido
del director, y me despidieron.
Fue algo repentino, tenía apenas unos ahorros dado que mis sueldos
anteriores eran, eran inconvenientes. Llamé a mis amigos, unos no tenían tiempo
de contestar mi llamada; por el trabajo. Otros, sólo preguntaron cómo estaba, y
algunos dijeron que me devolverían la llamada, pero eso no sucedió.
Pasaron dos semanas y no encontré nada. Afortunadamente, mi vecino
me consiguió empleo en un restaurante. Qué haría yo en un restaurante, pero
bueno. Sorpresa, después de tanto tiempo, tenía unos jefes muy pacientes y
justos, y unos compañeros muy solidarios. Me enseñaron muchas cosas.
Después de un tiempo mi
propio jefe me ayudó a conseguir algo relacionado conmigo. Actualmente sigo en
eso trabajo, tengo un buen puesto; de arquitecto. Cuando recuerdo cómo llegué
hasta aquí, también comprendo las palabras que mamá y papá siempre me decían. Les
llamo muy frecuentemente.Jazmín Doval
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