La filosofía ha tenido una incursión en los videojuegos, que
si bien no es lo más notorio en ellos, cumple con una función esencial a la
hora de desarrollar una historia.
Hoy hablaremos de Rapture, una ciudad ficticia que
encontraremos en lo profundo del mar, al seguir las aventuras de Jack,
protagonista del videojuego, publicado
en el año 2007, Bioshock.
En lo que parece ser una de las tramas más intrincadas de la
última década, Bioshock nos guiara a Rapture una ciudad construida en el fondo
del mar, con fines de crear una sociedad utópica, donde cada hombre fuera
realmente libre de hacer lo que le plazca, sin necesidad de reglas ni una pisca
de moral.
Como era de esperarse esto no funcionó, y lo que logramos
ver no son los días de gloria de Rapture, sino una ciudad en ruinas donde los
pocos sobrevivientes tienen que matarse unos a otros, cosa que ya es cotidiano,
para poder obtener un sustancia muy especial que les permite sobrevivir en
circunstancias extremas.
Esta sustancia no es más que una droga creada para alterar genéticamente
a las personas, puede hacerlos unos auténticos superhombres, sin embargo tiene
una desventaja muy grande, ya que las personas que usan esta especie de droga,
necesitaran un constante consumo de esta o morirán.
Si logramos adentrarnos un poco más en la historia de
Bioshock, descubriremos que hay un conflicto político e ideológico en Rapture
el cual está lleno de traiciones y engaños, tanto que la aventura que parece
empezar por mera coincidencia, acaba siendo nuestro destino y para lo que fuimos
fabricados (literalmente).
El juego nos mostrará las ambiciones de un hombre que al
querer crear la sociedad “perfecta” terminará con una ciudad completa y
desatando la muerte de miles de personas.
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