viernes, 4 de diciembre de 2015

Corre y observa

Jorge Israel Montes Méndez
Vasos comunicantes
2 de diciembre de 2015

  Corre y observa

Corre hacia allá, donde las nubes se concentran, donde los colores se mezclan; donde hay gris y naranja, rojo y morado; apresúrate, el negro está por llegar a gobernar el cielo. Para, detente, dirige tu vista al norte, esfuérzate por ver el sitio más lejano, admírate ante las débiles líneas que dibujan los contornos de los cerros. Ve la depresión que corre entre los montes y escucha como las últimas aves mueven sus alas y se apresuran por encontrar refugio antes de que anochezca. Mira el fulgor del relámpago veloz que con su energía, con su calor, se apodera brevemente de la atmósfera y goza al ver cómo parte la inmensidad sobre ti. Gira la cabeza y observa con detalle a quien te acompaña, aún quedan pocos segundos de luz natural, reconoce su belleza, agradece su presencia y acepta su valor. Tus ojos en sus ojos puedes encontrar. Ese reflejo puro y natural junto a la expresión de amor que domina tu rostro es invaluable, y aparece solo dos veces en el día: al alba y en el crepúsculo. Cuando la mente logra liberarse de presiones y cadenas, cuando el exhausto espíritu se pacífica. En esos escasos minutos desaparece lo prosaico. Detente y ve un mar de igualdad, de uniformidad; un verde que se extingue día a día. Pronto el dorador brillará de nuevo y agobiará tu ser. El gris tan seco, para el que no hay impedimento cuando necesita expresar algo, se manifiesta en la melancolía de una suave lluvia que no cesa, que taladra las cabezas de quienes están bajo ella. El ajetreo cotidiano, la falta de tiempo, la búsqueda de placer. ¿Qué tan importante es el espíritu? ¿Y al final podrás vislumbrar un poco de luz? Oye el sonido que viaja y se dispersa, gracias al aire, pero que sin él, todo se enmudece, todo menos tu mente, que no deja de hablar, de decir cosas, de enfurecerse, de sentir, de añorar, de caerse y de sostenerse un poco para volver a caer, esta vez más bajo, más fuerte y sin esperanza de reunir la fuerza para emerger de las tinieblas del abismo. ¿Qué necesitas para seguir cuerdo? Pierde tu memoria, olvida lo que has vivido. Ignora tu pasado. ¿Sigues siendo tú? ¿Aún eres capaz de reconocerte? ¿Cuántas veces te has encontrado por ahí vagando, reuniendo lo que perdiste, lo que se quebró, y que sabes que no es posible componer?

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