Directores Contemporáneos
Martin McDonagh: In Bruges y Seven Psychopaths
Por Betsy Mares
La primera es la comedia dramática In Bruges, esta cuenta la historia de dos asesinos, Ray (Farrell) y Ken (Brendan Gleeson), que después de un trabajo fallido tienen que esconderse en la pequeña ciudad de Brujas, Bélgica por órdenes de su jefe Harry (Ralph Fiennes), ahí se encontrarán con grandes crisis existenciales y de conciencia.
Esta cinta te ambienta en un lugar tétrico y monótono, que es como lo percibe Ray, el protagonista, esto lo logra gracias a su estética (de colores fríos, opacos y grises), a su score (compuesto por Carter Burwell, una música tranquila donde sobresale el sonido grave del chelo y con escasos sobresaltos) y al personaje de Ray, quien no deja de quejarse de lo aburrido que está. Las actuaciones son muy buenas, Farrell (quien normalmente me parece “cumplidor” a secas) se ve cómodo en el papel del cínico y conflictuado Ray, Gleeson contrasta bien con los otros personajes con el tranquilo y leal Ken y Fiennes muestra su lado divertido con el temperamental Harry. Reconozco que no es una película para todos, requiere de un gusto por los elementos previamente mencionados y cierto tipo de humor, pero si te gusta el humor negro, las situaciones ridículas e irónicas, los personajes malhablados y el patetismo, entonces podrás divertirte con esta película.
Su segundo largometraje es Seven Psychopaths, esta es la historia de Marty (Farrell), un escritor alcohólico y bloqueado que no logra terminar su guión Seven Psychopaths y Billy (Sam Rockwell), su amigo incondicional, este es un actor fracasado que gana dinero secuestrando perros falderos y regresándolos para cobrar la recompensa ofrecida por los dueños. El problema comienza cuando Billy y su complica Hans (Christopher Walken) roban el amado shih tzu de un inestable mafioso (Woody Harrelson) que hará lo que sea por recuperarlo.
Este filme tiene un ritmo más rápido que el anterior, esto se debe a que cuenta varias historias a lo largo de su duración y mezcla su realidad con su ficción de manera caótica al principio, pero con cierta armonía al final. El score vuelve a estar a cargo de Burwell con un estilo parecido a su colaboración anterior, pero esta vez no parece dar un tono monótono, sino que llega a parecer trágico, contrastando con la historia extravagante en pantalla; esta vez los tonos grises son sustituidos con sepias. Nuevamente las actuaciones son puntos a favor, Farrell es ahora la víctima de la locura a su alrededor y lo refleja bien, Rockwell sobresale por su la hiperactiva e inapropiada personalidad de su personaje y da gran dinamismo a la película, Walken lleva adecuadamente el personaje tranquilo de la historia y Harrelson divierte con un violento personaje obsesionado con su perrito.
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